Un decreto provincial del 26 de febrero de 1857, autorizaba a la compañía
a poseer su propia policía “para evitar”,
dice el decreto, “los serios
inconvenientes que puedan originarse si se tolera la malevolencia de unos y la
ignorancia de otros, empleada en embarazar los servicios de una obra de vital
importancia para los servicios de la campaña…”
Las grandes lluvias que cayeron en el otoño de 1857 retrasaron los
trabajos de la obra, pero no apaciguaron el ímpetu emprendedor de los
directores que continuaron a paso firme.
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