Wheelwright sostenía que no podía prescindir de las tierras porque ya las había comprometido con los posibles inversores de Londres. El ministro se negaba a comprometer la entrega de las tierras, que no eran de la propiedad de la nación y ofrecia algunas alternativas: pedir a los propietarios que aportaran las tierras a cambio de acciones del ferrocarril, o que el gobierno nacional las comprara, cediendo a la empresa lotes alternados de una legua cada uno. Pero nada de ello fue aceptado por Wheelwright, y el ministro - que para quien la construcción del ferrocarril era una prioridad - se vio obligado a suscribir el contrato, ad referéndum del Congreso, que se apartaba de la ley en 5 puntos:
- se cedía una legua de terreno a cada lado de la vía en toda su extención, salvo las excepciones declaradas, como la concesión de la Confederación;
- el capital garantizado era de 6.000 libras por milla;
- los gastos de explotación eran fijados en el 45 % de las entradas brutas;
- se eximía de caución pecuniaria al concesionario, y;
- las tarifas podian ser intervenidas cuando las utilidades excedieran el 15 %.
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